domingo, 3 de abril de 2016

En memoria de un amor igualitario

Estoy por mi casa, camino mirando al suelo, viendo perritos o hombres. Me preguntan que tal voy y digo: "muy bien, todo perfecto", hablan del amor y tan solo prefiero mantenerme con la boca cerrada. He estado enamorada de un hombre que quise, del que siempre hablo cuando preguntan con quien he estado, pero después no me vuelto a enamorar con la misma intensidad pero si he sentido algo parecido.
Estoy con mis amigos y simplemente hablamos de lo que ellos quieren hablar y digo lo que ellos quieres y esperan escuchar, lo mismo con mis padres. Lo mismo todos los días de mi vida. No encontré a nadie con quien pudiera ser sincera. Bueno si, hay alguien, pero aunque diga que me entiende sé que no es así, que prefiere hablar de otra cosa, que jamás me acompañaría si la necesito en un lugar. 
Siempre llega el día en que me rebelo y voy al lugar que quise ir pero mis "amigos" se rieron. La primera vez nadie me acompaño, dentro de mi incomodidad empece a disfrutar. Me dio la mano ese amigo que menos pensaba, que me entendía, que no me juzgaba y fue el momento en el que me sentí parte de algo, en el que dije: "sí pues, me gusta". Me sentía libre. No quería irme. 
Era la primera vez en que estaba feliz bailando, conociendo personas, riéndome fuerte, hablando de lo que sentía. Disfrutando cada segundo ahí.
Al llegar a casa, nuevamente fingir mi perfecta vida, siendo la chica normal que todos esperan que sea, donde no puedo decir que cosas en verdad me gustan. Pasé mucho tiempo esperando volver a ir y volví. Esa vez más segura, más pilas, con menos temor. Me di cuenta que sí era lo que quería y lo que quiero ahora. Entonces pensé que era tiempo de rebelarme, de irme contra mi misma, contra todos lo que estaban en contra. Pero no podía. El miedo a que no me traten igual me consumía, a que se alejen aunque sepa que es mejor quedarse con los verdaderos amigos. Sentía que me iba a quedar vacía que aunque mis papas decían normal, no iban a ser los mismos. Tenía miedo a que no me dejen salir con la persona que quiero solo porque es de mi mismo sexo.
Me fui en contra de todos pero de manera paralela. "Hablando en defensa de otros". Y me di contra la pared. Porque mi principal temor se hizo realidad. Mis papas no lo iban a aceptar jamás en su vida. Me hubieran mandado a vivir mi felicidad lejos de ellos, lejos donde la familia no me pudiera ver, donde nadie sepa quienes son. Me sentí destrozada y aún lo siento. Desde ese día, me prometí no volver a mencionar el tema, vivir en silencio y haciendo todo lo correcto para ellos. Sabía que era dificil pero no pense que sería un gran peso para cargar por el resto de la vida. Y no me imagino como será para alguien que es homosexual.